Sunday, September 2, 2012

Fin de semana rodando



Hace un rato que no tenía ni me daba la oportunidad de rodar y rodar… este último fin de semana pude encontrar la manera de tomar mi bicicleta y sacarla a exprimir unos kilómetros en el bosque, en nuestro bosque la Primavera (por mas que quienes se ostentan como dueños de esos terrenos lo afirmen, no pueden acaparar lo que es del interés de la comunidad del valle de Atemajac, ¿o si?).

Ya fuera en rodada rápida con un amigo, o en rodada contemplativa empujando a otros nuevos rodantes (y no tan nuevos), para que por si mismos descubran la magia de pedalear en la naturaleza, o sea de manera personal, tomando las rutas que se me fueran ocurriendo en el camino, así pude rodar Viernes, Sábado y Domingo.

Un par de horas mínimo para gozar y aprovechar los primeros rayos del sol, con el consabido esfuerzo de despertar y luchar conmigo mismo para lograr encontrarme fuera de la cama y encaminando mis pasos a la aventura diaria.

Durante estas rodadas hubo momentos de esfuerzo, de descanso, de aprendizaje y de enseñanza. Es genial como esos pequeños momentos pueden estar tan llenos de experiencia. Me tope un par de veces con problemas mecánicos, y es genial redescubrir la generosidad de los ciclistas, de la disponibilidad para apoyarse mutuamente y en la medida de lo posible colaborar para que el compañero en problemas pueda seguir adelante… ¿Cómo podríamos transpolar esta disposición a tantos otros contextos de nuestra vida? Creo que este país dejaría de ser lo que es y se convertiría en lo realmente debería de ser, mandaríamos fuera a los malandrines, corruptos y “huevones” y México ahora si, se convertiría en el faro de las naciones, que sus fundadores planearon para si.

En fin, antes de perderme en disertaciones políticas, mejor regreso a mi bicicleta y esta formidable oportunidad de rodar en continuo. Cuando uno pedalea, la vida se sintoniza, no se si pueda explicarme. Generalmente, al despertar, siempre nos arrebatamos a los pocos minutos por los pendientes y las preocupaciones del día, que la cuenta por pagar, que el trafico que ya se no hecha encima, que el jefe o los deberes de los hijos. Es decir, el descanso logrado durante las horas de sueño se desvanecen como el vapor de nuestra primera taza de café. Llegamos a nuestro trabajo, o llevamos a los hijos a la escuela y las agresiones pasivas y activas ya empiezan a medrar nuestras protecciones físicas y psicológicas… luego, seguramente, con los primeros cinco minutos de escuchar o ver algún noticiero, el coraje y la impotencia terminan por sepultar el optimismo que traíamos durante nuestro primer minuto de ver el nuevo día…

Pues bien, todo esto que parece minar la esperanza y cargar nuestro andar con pesados fardos de negativismo se diluyen con unos minutos sobre la bicicleta, sea en la ciudad o en la brecha. No estoy completamente seguro de que suceda, pueden ser muchos factores, pero el optimismo reaparece, las ideas y las innovaciones para aprovechar al máximo mi día resurgen. Los problemas que los medios y los que están detrás de ellos pretenden endilgarme, van de regreso para ellos. Mi respiración recobra su ritmo y me lleno de sonrisas que pretendo repartir durante todo el transcurso del día. Y ¿como es eso? No lo se con seguridad, pero basten unas cuantas imágenes para que se den una idea…
Un amanecer entre las nubes, que cobijaban Torre 1

Un recodo en el camino de la ruta "Hermosisima"












Ro

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