Tuesday, July 2, 2013

En el trance de la rodada

De nuevo bajando por cornisa, a la máxima velocidad en que puedo controlar a la “green”, mientras vamos esquivando tocones de piedra, rocas sueltas, una que otra rama de un arbusto en la ladera artificial del cerro, y pasando raudo uno de los “topes” que seguramente las brigadas de guardabosques han dejado en la bajada para invitar al agua a no acelerar demasiado en sus noches y días de lluvia. Aprieto mis manos al manubrio, pero a la vez, suavemente acaricio los mandos de los frenos. Es un jugueteo entre la emoción y la concentración, la adrenalina que fluye rápida por mis venas y la precaución acrecentada en todos mis sentidos. Inclino mi cuerpo y con el a mi bicicleta tan solo lo necesario para perder poca velocidad pero no la vertical.

Es interesante como no hace más de tres semanas estaba bajando esta misma “cornisa”, de regreso de la torre 3. Y es tan igual como diferente esta vez. Es una dicha saborear de nuevo el viento en mi cara, minúsculas motas de tierra atrapadas por la llanta delantera salen disparadas a mi bajo rostro, o alguna piedra en un mágico movimiento termina golpeando mi pantorrilla, pero los pellizcos de dolor se van tan rápido como llegaron, porque no hay segundo que distraerse en esta bajada, tan fabulosa es que no queremos perdernos un instante, tan de respeto que es mejor no darle la espalda porque terminas así… de espalda sobre el camino.

Y de repente, en flashazos, me llegan imágenes instantáneas. Frases como “ya subí a la torre por el otro lado?”, “Si, trepe desde obsidianas a la torre 3”, se mezclan con mi visión periférica borrosa, y mi visión en túnel mientras sigo bajando, ya estoy llegando a la mitad de la bajada. Las frases se guardan de nuevo en mi gaveta mental y continuo el descenso concentrado en los 10 metros por delante de mi bólido de aluminio y carne.

Llego a la base de la montaña y sigo la brecha hasta llegar a la puerta verde, que nos deja en la conocida y no tan querida “sal si puedes”. De diez a doce kilómetros de regreso por camino ancho (fácil) con una continúa subidita (lo no tan fácil) que hace tedioso el final de la ruta. Pero hemos aprendido a saborear también esta última parte del recorrido, tanto así que cada vez es un reto diferente a la anterior. Así que luego de tomar un poco de aire y departir con los compañeros de este día,  arrancamos en pelotón, para luego de algunos minutos ir cada quien tomando su ritmo, su modo, su tiempo, su aire. Pasan algunos minutos y me doy cuenta que voy relativamente solo. Es decir, Marcos va allá adelante, a unos 60 o 70 metros, Ruben acaba de tomar el camino de Obsidianas para regresar a su terruño, Tala. Yo iba con Rober pero ahora cada quien tomo su tren de carrera y va un poco mas atrás, pero delante de Luis, Vic y el Bob.
Tomo prestada esta foto desde el celular del Bob, nótese que también la cámara sufrió de sudor...
condensada estaba la lente

Ya venimos de regreso, ya subimos a la torre 3 por Obsidianas! Si hay cansancio, como no!, pero hay un logro mas! No hay dolor. Hay orgullo por el reto del día superado. Trato de recordar esos momentos pesados del otro lado de esos tres cerros que ahora quedan a mis espaldas. Sé que en esos momentos iba agotado, con la respiración al máximo, sin traer monitor cardiaco, sé que iba cerca de mi tope. Recuerdo escuchar el tamborileo de mi corazón en mis oídos, un “tup, top, tup, top” acelerado; y también de casi ver mi respiración, y mi mente tranquila, casi en blanco, mis ojos centrados en mi entorno inmediato pero percibiendo el crujir de las hojas secas mientras pasaba sobre ellas o el raspar de las llantas de la Green contra las canicas de pómez, arcilla y obsidiana. 

Creo escuchar a mi mente ordenar tranquilamente bajar el ritmo cardíaco, mientras mi respiración se apausaba en los techos menos empinados. Y si entrecierro los ojos logro percibir el recuerdo también de una voz serena, que me daba ánimos, me impulsaba y me sugería mover el manubrio para un lado o para otro, pausar el pedal o levantarme en las palancas para sortear un pequeño obstáculo. Su identidad es difusa, pareciera ser mi propio espíritu, mezclado con el de mi amore, que siempre recuerdo en momentos arduos de una ruta diciéndome al salir de casa “disfrútala” “con cuidado”. Pues es una mezcla de esa energía que muchos llaman alma, que es feliz así, expandiéndose, fundiéndose con otra alma, haciéndose una con el camino, apoyándose en el camino pero a la vez dejando una parte de si por cada lugar que pasa.
Y así, con esos pensamientos, o esas verdades develadas, regreso al aquí y al ahora, pero a la vez me doy cuenta que el tiempo es simplemente un libro y puedo hojearlo viendo a la vez la trepada y la bajada, el aquí y el hace rato. 

Así de maravilloso es rodar, que es un recodo en el camino y lo es toda la ruta. A través de la rodada encuentro la solución a casi todos los problemas, hasta a los de la administración publica, que ya es mucho decir… pero de eso, hablaremos en otra ocasión. Hoy me quedo con este trance con esta genial rodada a través de mi bosque, surcándolo a toda velocidad, bordeando casi sensualmente sus bordes terregosos, dejando mi sudor en la tierra, saludando a ese par de venados que me hicieron el honor de escoltarme un instante del camino, disfrutando tanto del silencio en el esfuerzo, como la platica amena con los que hoy coincidimos, los conocidos de diario y los de no tan diario.
Los que me leen y los que no, también!

Ro

3 comments:

  1. Muy Bien Mi Ro, una muy buena reflexion, esa Torre 3 definitivamente es todo un reto ya por si sola y tiene esa magia que al estarla recorriendo sabes te preguntas porque estas ahi pero cuando la terminas tienes esa intencion de volver a recorrerla !!!

    Muchas felicidades !!
    FerS

    ReplyDelete
  2. This comment has been removed by the author.

    ReplyDelete
  3. Por algo cada que uno voltea a ver a la senora T3 es todo un placer decir, ya subi por la ruta larga, no cualquiera ni cuando quiera, es todo un reto, le llegues por donde le llegues, simpre implica sudor y cansancio. Pero como todo en la vida Ro, siente uno mas la satisfaccion de hacer algo cuando cuesta. Como dicen, si las cosas que valen la pena se hicieran facilmente, cualquiera las haria.

    ReplyDelete