Tuesday, March 20, 2012

Rodando sin fin

El sol continúa su ascenso, aunque esta mañana tenemos aliados. Cientos de árboles son nuestra escolta mientras rodamos el ascenso entre la industriosa y pequeña ciudad de los Reyes y los pueblos de 18 de Marzo, La Palma y Zacán. A lo largo de 15 años, otros como nosotros han estado cruzando estos bosques que voluntariamente o no, comparten la tierra con huertas de aguacates y algunos pastizales. El asfalto ha cobrado su cuota lineal y ha tomado algunos metros, pero en la parte neurálgica sigue siendo la propia tierra la que nos sirve de alfombra, de cubierta y de protector solar. Aquí vamos todos, rodamos cada cual a su paso, en momentos nos jalamos y en otros empujamos. El pelotón de ciclistas se compacta o se estira como si fuera la marea. Vamos rodando y gozando del dolor que punza en nuestros muslos, en las muñecas y en los dedos, cuando nos levantamos del sillín para subir ese escalón... estiramos el cuello, y entrecerramos los ojos cuando un rayo de sol logra colarse entre las altas ramas de los pinos que flanquean la ruta. Exprimimos al máximo nuestros músculos par continuar soportando el peso del esfuerzo de subir y subir, metro a metro, kilómetro a kilómetro... hasta que salimos del bosque y continuamos subiendo un poco más, viendo a lo lejos el majestuoso Tancítaro (aquí en la foto cubierto de nubes...), amo y señor de las montañas del sur, y su joven lugarteniente... el Paricutín.

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