Monday, October 17, 2011

Domingo de Vallartazo

Domingo, 9 de octubre 2011.


Segunda etapa de nuestra aventura llamada “Vallartazo”. Empezando temprano, antes de las 6am, luego de un reparador sueño y contra todos los pronósticos empezó a escucharse el movimiento de las bicicletas siendo ajustadas, cierres de jerseys cerrándose, clips de los zapatos sobre el piso.
Todo en punto para vernos en la plaza a las 6:30am y recoger cada cual su lonche para media mañana. Y ya a las 7:15am todos prestos para iniciar la jornada de rodada de ese día. Poco antes de que el sol se levantara por el oriente, el pelotón ya iba rumbo al pueblo carretero de la Estancia donde hicimos el agrupamiento, para ahora sí, enfilarnos a la sierra que sería el último obstáculo para arribar a la costa de Bahía de Banderas, en donde Vallarta nos esperaba.
Aquí cada uno de los ciclistas iniciaba a tomar su propio ritmo, los punteros se iban perdiendo en las primeras trepadas mientras yo me fui quedando atrás para ejercer como “Barredora” junto con el Káiser. Es la primera vez que lo hago, y puede que sea la última, je je. No seré puntero, pero me gusta seguir mi propio ritmo, a veces pasando a otros, luego viendo a otros que me pasan. Pero en fin, en esta ocasión, el ir en la retaguardia me hizo ver la rodada desde otro punto de vista, quizás un tanto más en calma, aunque con esa leve tensión de querer ir un poco más adelante, aunque al final sabiendo que la playa no se iba mover, y que aun con el nublado en el cielo, tenía la convicción de poder disfrutar del sol al llegar a la costa.
Un par de trepadas, unos tantos columpios, cruzando un arroyo unas 20 veces, internándonos cada vez más en el bosque húmedo y dejando atrás el bosque de altura, sintiendo la humedad y viendo como la vegetación se tornaba más cerrada, fue mágico. El incesante ruido de pájaros invisibles y el chirriar de las chicharras, que a veces se hacía ensordecedor le fue agregando a nuestra rodada los elementos que hacen de una experiencia algo inolvidable. 
Nos encontramos con varios del grupo en un pequeño valle escondido, en donde algún visionario construyó unas cabañas de descanso. Y en este día, la neblina y la penumbra de las nubes les daban un toque como de cuento de hadas, del que fui arrebatado por el ataque furibundo de mosquitos que atacaban a razón de unos 10 piquetes por minutos, hasta que el Pepe hizo a bien regalarme algo de repelente. Ya protegido, reiniciamos el avance, nuevamente hacia arriba. Superando otras trepadas y sus consecuentes bajadas, para volver a cruzar arroyos y pequeños riachuelos que nos refrescaban el paso. 


Un poco más adelante, afrontamos la trepada final, serían unos 5 kms., que parecían veinte. Pero tomando el paso todo es llevadero. Y pedaleo a pedaleo fuimos llegando a la cima que nos mostraba ya el prometido mar, cúlmen de nuestra travesía. Llegando a la cima no quiso decir que ya todo fuera de bajada, simplemente hubo menos trepadas, y fue al bajar que descubrí que mis frenos estaban en un punto agónico, tuve que aplicar la técnica del frenado permanente, fijando mis frenos en un punto en el que mi llanta trasera quedaba frenada permanentemente para poder bajar de una manera más segura, aunque esto significo que habría que cambiar zapatas no bien hubiéramos regresado a la ciudad.
En fin, resueltos los detalles mecánicos no quedo más que disfrutar la bajada a nivel de mar. Dejamos atrás el bosque húmedo para adentrarnos en la selva costera, dejando los pinos y rodando a la sombra de los hules, los cauchos y otros árboles de hoja ancha. La humedad nos cubría y la exuberancia de flores y mariposas nos rodeaba mientras íbamos deslizándonos sierra abajo por caminos de tierra y piedra, y cruzando uno que otro arroyuelo más en camino hacia el Colorado, en donde nos esperaba el camión que finalmente nos llevaría al restaurante a pie de playa que ya nos esperaba para recompensar nuestro logro.
La batería de mi cámara se terminó al estar en la cima, por lo que ya no me fue posible seguir documentando gráficamente la rodada, quizás fue bueno, ya que así me concentre en la bajada, que en un par de ocasiones mereció el 110% de mi atención, al encontrarme con una curva cerrada combinada con terreno de piedra suelta que exigió el máximo de atención para mantener el equilibrio y poder seguir en el camino.
Aquí abajo aparecen casi todos los guerreros de la brecha, de ese domingo rumbo a la costa a través de la sierra, bien hecho amigos!... hasta la próxima!



2 comments:

  1. Excelente narracion RO.

    Saludos
    Martinem

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  2. solo agregaria, que el dia anterior llovio y cubrio la montaña de neblina volviendo magico el ascenso a San Sebastian del Oeste.

    Excelente rodada.
    saludos Martinem

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