Estamos a seis días de arrancar el reto. Rodar hacia las tres torres en el bosque la Primavera. No es competencia, ¿cuantas veces lo hemos dicho? Como parte de la preparación para esta edición me lance junto con otro par de amigos a la ruta hacia la Torre 3, por la ruta “larga”, es decir, tomar la bajada de las obsidianas. Esto de escribir un blog de las rodadas es mágico ¿saben? Al igual que lo es rodar y rodar, casi semana a semana por los mismos parajes, descubro que uno puede seguir escribiendo y describiendo sin realmente estar repitiendo lo mismo en cada entrega. Es increíble que aunque pasemos por los mismos senderos, haya tanto que compartir y tantas formas de describir un lugar cuando lo hacemos en momentos diferentes.
Haber recorrido ese sábado los sesenta y tantos
kilómetros dentro del bosque, a través de los caminos de terracería, y una que
otra brecha, generalmente en compañía de estos dos buenos amigos, compartir
anécdotas una y otra vez, descubrir una nueva vista de ese mismo paraje en
medio del bosque, es una experiencia que queda sostenida en el no-tiempo.
En momentos, rodamos solos aun yendo juntos. La
separación de unos cuantos metros, una curva, una pendiente, nos hace que cada
uno viaje al interior de sí mismos y saquemos energía, entereza, voluntad para
continuar rodando a ese objetivo común. Y juntos gozamos el triunfo de los
otros, y la hazaña de los tres. ¿Qué genial seria si así hiciéramos como
sociedad el recorrido por este andar cotidiano no? No simplemente en buscar
ganar más que el otro, o llevar agua a su molino para llegar primero a ningún
lugar. Que diferente sería la ciudad si todos aceptáramos que hay un objetivo
común de hacer de este un lugar mejor para vivir, y para dejarlo mejor de cómo
lo recibimos.
Hay tanto por descubrir en este mundo, aún a la vuelta
de la esquina de mi ciudad, tantos rincones que a veces pasamos de largo, que
ahora quise capturar con la cámara un par de ellos; pasamos por uno de los dos
arroyos naturales que se encuentran en lo más profundo del bosque, en la parte
más baja del mismo (1,437msnm según el GPS de Marcos), y por ende de nuestro
recorrido. Un punto simbólico, porque es donde inicia el regreso a las alturas,
en donde volvemos a subir, y aunque tomaremos uno que otro descanso que la
misma ruta provee, no dejamos de ganar altitud sino hasta llegar a la cima del
cerro de San Miguel, la Torre 3. En esta ocasión a diferencia de otras nos tocó
la compañía de una lluvia pertinaz pero tranquila, casual pero constante,
susurraba con las hojas, seguramente acerca de esta tercia de locos que no se
habían amilanado con verse mojados y que habían decidido surcar los húmedos
senderos en aquel día. Yo creo que por eso nos trató bien, hasta pudiera decir
que con cierto cariño y deferencia. Aceptaba nuestra presencia y honraba
nuestro esfuerzo, tanto así que creo que le dio la razón a Charly y a Liz
cuando le dijeron a Alex que rodar con lluvia es una experiencia chidísima…. Ya
será Alex quien confirme si así le pareció, porque de mi parte ¡claro que sí!
Fue una de las mejores rodadas que he tenido y miren que he tenido de esas,
¡muchas, muchas!
Ro, como te fue en las tres torres, por la falta de actualizacion de tu blog, me preocupa que no haya sido algo bueno, pero espero que sea por que estas ocupado en otras cosas, saludos.
ReplyDeletePablo
Y me fue bien! y creo que a la mayoria tambien... estamos reposando las ideas para compartirlas!
ReplyDeleteRo