Sal si
puedes, regreso de varias rutas en el Bosque la Primavera. Camino ancho, terracería,
ha caído algo de lluvia las noches anteriores, suficientemente para minimizar
que el polvo se levante, no tanto como para abrir grietas en la superficie.
Pocas nubes, algo de sol. Se sienten los fotones que gustosamente ingresan a mi
piel y se transforman en calor. Pero éste se diluye en parte por la sensación
del viento que da el ir pedaleando con cadencia, sin bajar el ritmo, creo que iré
a unos 10 o 12 kms/h. Pendiente “tendidita” que no da descanso. Así esta hecha
esta salida de ocho kilómetros que nos lleva de los 1,800msnm a los 2,000 msmn,
metros más, metros menos.
Treinta y
cinco a cuarenta y cinco minutos contigo mismo, respiración pausada pero
profunda, oxigeno que se convierte en energía, sudor que empieza a brotar por
debajo del pedazo de tela que llevo en la cabeza. Ojos entrecerrados porque
olvide mis lentes esta mañana y el sol, a esta hora, ya reclama su terreno,
secando el rocío de la madrugada. Un repecho antes de una curva, me levanto en
las palancas para no bajar el ritmo, siento el jalón en los músculos cuádriceps,
posteriores y anteriores, todos jalan parejo, jalo mis brazos para no irme
sobre el manubrio y no perder ningún jule de potencia, hago conciencia de mi
abdomen, recuerdo las quesadillas de la noche anterior, espero que con esto
saque algo de esa deliciosa grasa y lactosa. Paso el repecho, regreso al sillín
y al dar la vuelta a la curva veo venir una camioneta, levanto mi rostro,
pretendo una sonrisa y saludo con mi mano derecha, me responden el saludo y el
compa sigue su camino, quizás sin sospechar que su saludo también fue un grito
de ánimo para seguir mi pedaleada. Volteo de nuevo al frente y veo salir de un
lado de un lado del camino a otro ciclista, seguramente viene regresando de
toboganes. Inconscientemente o no,
renuevo el esfuerzo y subo mi ritmo, “si lo alcanzo” pienso para mi. Y pedaleo
a pedaleo voy acortando la distancia. Pasan unos dos minutos cuando lo tengo al
alcance y sonriéndole, lo saludo y lo impulso “buen día!, animo ya falta menos!”
y me quedo con mi sonrisa de satisfacción por mi logro personal y secreto.
Ahora no aflojar, porque también algo de ego hay, si ya lo alcance y lo pase,
pues que no me alcance él ¿o no?
Mientras
pienso eso volteo un poco hacia atrás, no tiene intención de atentar a mi ego,
cada uno mantiene su ritmo, cada uno llegara a su tiempo. Volteo al frente y me
tomo unos segundos para ver a mi derecha, la cima de planillas, la torre 1 allá
arriba, impávida a mis debatares. Y yo, llegando al final de “Sal si puedes”,
otra rodada, otro regreso, otro pedazo de vida al máximo, y yo, ¿para que bajar
el ritmo? Ya es el ultimo trecho, ¡con todo hacia adelante!
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