Sunday, May 26, 2013

Inicia el camino a las 3 Torres...


Sábado 7:30 am.
Llegando a postes, con mi café a medio terminar, muestra  que vengo aún arropado con algo de sueño, pero aquí estoy. Empiezo a escudriñar los rostros de los ciclistas que están llegando o preparándose para sus respectivas rodadas sabatinas, no veo aún a alguno de los “inteles”.  Aparece Jorge y me digo: “Se armó”, a la Torre 3 por Obsidianas… alrededor de 60 kilómetros rodando por el bosque la Primavera.

7:40am.
Jorge y yo arrancamos de postes rumbo al 8 ½. Casi llegando a este primer “puerto de montaña” nos da alcance Alex, hey! Esto se pone bien, ya vamos 3 y el día pinta fresco todavía. La lluvia sorpresa de anoche nos depara un trato “amable” para una rodada de “gran calado”. Continuamos por el “camino ancho” rumbo a la “Y” del “15”… jeje, esto parece charla en clave. 

En fin, esa bifurcación en el camino hacia la derecha nos llevará a la salida de Toboganes, pero no es nuestro destino, de ahí nos seguimos por una subidilla que nos llevara a la bajada por Obsidianas. Descenso por un camino que si bien es ancho, esta salpicado con trechos poblados de piedra obsidiana, arenas (compactada por la lluvia nocturna, ea!) y zonas con piedra suelta a las que hay que pasar con cuidado, una mala pisada y puede uno resbalar llanta, o peor aún, ganarse una llanta rajada por el filo mal calculado de alguna roca.
Afortunadamente, los tres salvamos esa bajada sin incidentes y llegamos al “ río seco”. De estar como  a los 2,000 msnm, estamos ahora a unos 1,500 msnm. Aquí es una “T”, una bifurcación que hemos de tomar a la izquierda para apuntar nuestras poderosas “rilas” a la Torre 3, o torre de San Miguel. En este punto inicia la extenuante subida, en la recuperaremos esos 500 metros de desnivel que bajamos, para volverlos a subir, y un poquito más. Vamos a recorrer unos ocho kilómetros contemplando, disfrutando y sorteando muy variados terrenos, de estos que hacen tan especial a este maravilloso bosque. Cruzamos un par de apacibles arroyos que tiñen de vegetación estos rincones del bosque, rodamos varios columpios en donde tierras porosas se combinan con piedra viva en el camino, y rozamos también bancos de arcilla roja. 











Pasamos también por zonas colonizadas por los robles, encinos y otras reforestadas con pino. Y en esta ocasión hasta tuvimos cobertura área, provista por una majestuosa águila que estaba posada en la punta de un pino, hermosa ella que se alejó de la zona, cuando seguramente espantamos su desayuno (sic). Bajamos y subimos un par de cuestas hasta llegar al arroyo seco llamado Malvaste Herrado (gracias Rubén, vi el letrero). Y aquí empieza la franca trepada a la Torre 3. Me acorde de la casa del tío Chueco, en donde las ilusión hace de las suyas, aquí veía yo las trepadas no tan inclinadas pero si lo están, la prueba es que tenia que cambiar mis velocidades a algo mas ligero de lo que mis ojos estimaban…arremetimos hacia la trepada magna, luego de haber rodado unos 30 kilómetros…

10:35am
Vienen las eternas “S” que son la subida por la cara oriente del cerro que hace de lugarteniente del cerro de San Miguel. Esa conocida recta que siempre me “invita” a bajar de la bicicleta, lo volvió hacer, y yo, aunque rejego al principio, me “convencí” de caminar la parte final de esa pendiente, je je. Alex ya se había perdido adelante y Jorge tomo el papel de cubrir la retaguardia, cada uno a su paso, cada uno a su ritmo. Aquí es donde uno se hace uno con su bicicleta, cada quien va charlando con su alumínica, escuchando y sugiriendo para entre los dos seguir asumiendo la ruta. Que cambia a esta velocidad, que bordea este pasó, que brinca la piedra, que párate a cambiar el ritmo. Hey! Que tu grapa izquierda ya valió… je je…que razón tenia mi pedal izquierdo… no entendía porque no engrapaba mi pie, hasta que me di cuenta que el zapato decidió que era momento de su jubilación, se rompió la suela y la grapa quedo engarzada a mi pedal, ya tocaba me imagino.

11:20am aprox.
Llego al “árbol” y veo a Alex esperándonos, ya regresamos a la cota de los 2,000 msnm, aquí dice el GPS que estamos a 2,047 msn, la Torre está a unos 2,200 msnm.  Lo más probable es que no lleguemos a la Torre 3, nos faltan unos 4 kilómetros pero la hora y las fuerzas de los 3 en equipo, dan para el árbol, no la Torre. Decidimos que Alex se adelante (¡tiene que ir a recoger su paquete para ir al Triatlón al día siguiente!), al poco de irse, llega Jorge y está de acuerdo con dejar para la próxima la llegada a la Torre. El y yo tomamos algo de líquido, de aire y arrancamos hacia la “Cornisa” que nos llevara hasta la famosa puerta verde y el camino ancho, el trayecto llamado “Sal si puedes”.

12:10 pm aprox.
Ya de regreso, tomamos “Sal si puedes” y con lo que queda en las alforjas, diría el arriero, vamos piano, piano de regreso a postes, a donde llegamos alrededor de la 1:00pm. Cinco horas pasadas de trayecto, aunque en sí, al menos así lo dice Strava, 4 horas 30 minutos de rodada, y 59.3 kilómetros recorridos, nada mal para los neófitos de la ruta y el guía que descubre que es momento de empeñar un poco más en la su preparación, je je.



Tres torres, nos vemos en Julio!
 Ro

Wednesday, May 22, 2013

Un impulso matutino en Bugambilias


Hace unas semanas que no rodaba hacia la cima de “Bugas”, ahora si, junto con el sol me asome a las calles del sur de la ciudad y paso gustoso sobre el tráfico de la Av. Lopez Mateos que ya empezaba a verse saturada de todos mis congéneres que habitualmente enfilan sus automóviles en ese ritual a la urbe y el desarrollo mal entendido.

Sigo pedaleando y empiezo a poner atención al tren que circula por mi mente y me trae pensamientos mientras levanto la vista y diviso allá, un poco mas arriba y adelante, las antenas en el cerro del Palomar, y un poco mas a la derecha, la oculta cima a donde tanto ciclistas como caminantes y corredores llegamos cuando decidimos elevarnos por unos minutos por encima de la rutina y los pendientes cotidianos.
Uno de esos pensamientos recurrentes es el que produce en mí una sonrisa, al verme ahí en lugar de seguir dormido en casa. El haber logrado superar esos 3 minutos de batallar con pensamientos como “mañana”, “estas cansado”, “no te desgastes…” en fin, aquí voy y sigo pedaleando.

Paso por la primera caseta  al pie de la cuesta hacia la segunda sección y saludo al guardia, hago un leve cambio en la velocidad, para aligerar el torque pero inicio un pedaleo un tanto más rápido, voy tomando la primera trepada y recuerdo tantas veces que la he rodado, cuantas otras acompañado por buenos amigos, por algunos que apenas se iniciaban en esta faena de rodar a las montañas. Cuantos de ellos hemos seguido rodando otras tantas colinas, otros tantos llanos, otras tantas sierras. Otros y otras que ya hace rato que no veo por aquí. Recuerdo sus rostros, algunos expresando la sorpresa de encontrar que rodar es sudar, otros con el orgullo desbordante, buscando demostrarse mas a si mismos que a nosotros que podían continuar subiendo, otros como con cara de consternación, como fue posible que les hayan convencido de venir a sufrir.

Sufrir, que concepto tan ambiguo. Yo hace rato que descubrí que sufrir es una opción, el esfuerzo puede cansar, quizás hasta doler, pero de ahí a sufrir hay mucha diferencia. El sufrimiento no es necesario mientras vas rodando, el sufrimiento, creo yo, es un fardo que el humano invento para sabotearse así mismo. Si rodar conllevara sufrir, para que hacerlo? Y así como rodar, cualquier otra cosa… yo no vine a sufrir a esta vida, sino a ser feliz. Por eso ruedo, porque eso me lleva a ser feliz. Es un esfuerzo, es un dejar comodidades a veces, y a sacarme de mi confort. Y así como rodando me descubro mas capaz de lo que creía, así cuando en la rutina, en lo cotidiano, en la oficina, en la familia, me recuerdo a dar más de lo creo que soy capaz, me encuentro disfrutando más mi día, más con los que me rodean, más conmigo mismo….

Sigo subiendo y me topo con la segunda caseta, ya en la segunda sección de Bugambilias, tomo la curva y me dirijo hacia la terracería, pero antes me encuentro con una “porra” no esperada, un grito de aliento que no se escucha pero se siente, un simple ademán de un conductor de su camioneta que va hacia la ciudad, y que viéndome tomar la curva, aminora la velocidad de su auto hasta detenerse y con su mano y una sonrisa me cede el paso, ni tiempo de descansar la subida, me “amarro” al manubrio y me levanto en los pedales para acelerar y pasar, soltando mi mano derecha unos segundos para regresar el saludo y mi agradecimiento. Sin quererlo, este animador, me impulso a no bajar mi ritmo y seguir mi camino hacia la cima de Bugas….

El amanecer en Guadalajara visto desde Bugambilias.

Monday, May 13, 2013

Causas de fuerza mayor


Hola,
¿Se acuerdan de mi? pues aquí sigo. Hace casi 2 meses que compartí por aquí mis andanzas y ¿saben? Se extraña esto de escribir. Causas de fuerza mayor dirían y con mucha razón. Varias veces he querido venir aquí, a este rincón en el que mi espíritu reposa y se nutre de energía, para redactar este post pero siempre regresaba con las manos vacías. Con aquellos con los que convivo mas he podido compartir de primera mano las experiencias que en parte, me apartaron del blog durante estas semanas.

En pocas palabras, y tratando de ser lo mas sencillo y directo, sucedió que mi hijo estuvo mal de salud, lo que obligo a que estuviera en el hospital casi todo el mes de abril. Una situación tensa que no le recomiendo a nadie, creo que ni a mis potenciales enemigos. A esto se sumaron varios factores de mi propia vida que no tiene caso mencionar aquí. Lo mas valioso es que ahora mi hijo esta ya fuera del hospital desde hace unas tres semanas, y aunque aun no puede volver a la escuela ni convivir en un entorno “publico”, esta en casa de su mama y recuperando fuerza y salud.

Muchas palabras de ánimo llegaron de muchos lados, todos para mi hijo y a la vez me dieron ánimos a mí. Cuán afortunado soy de tener a mi amore, mi Sensei Sofi, aquí durante todos estos días. Serena y firme como esos faros en medio de los mares embravecidos, entiendo la confianza ciega de aquellos marineros que se sabían a salvo mientras tenían a la vista esos silenciosos luceros en noches agitadas.

Ahora que mi hijo va recuperándose, yo voy tomando estos minutos para regresar a mi “estación de servicio” y poder darme para recibirme a la vez, para mostrar algo de lo que soy y así también conocerme un poco más.

Amigos, no he dejado de rodar, eso es algo que descubro ahora. Rodar, amigas y amigos todos, si puede ser un estilo de vida.

Ro