Así arranqué
este lunes de “asueto”. Ya el alba había
despuntado y el frío seguía cobijándonos con su frescor cuando me encontré con
Rober C en Postes, que hoy mostraba no tanta actividad como un domingo
cualquiera, pero si la suficiente para ser incentivo y sumarse a la algarabía
de tomar ruta hacia el bosque.
Enfilamos
rumbo al 8 ½ con buen ritmo, agarrando vuelo, como se diría, y justo en la desviación
a la Cebada nos encontramos con el tercero del triunvirato de esta ruta de lunes, el Fer
Sainz. Sin tomar demasiado tiempo para continuar con el impulso desde Postes
para Rober y para mí y desde Bosques de Sta. Anita para Fer, decidimos
apadrinar al Rober en su primera vez… de rodar a la Torre 3! Sería por la ruta
corta, por aquello de regresar a nuestros deberes de jefes de familia del siglo
XXI, lavar la ropa, ayudar a recoger la casa, cuidar chamacos, con eso de que
hoy era “asueto”…. je je.
Y pues bien,
seguimos el ancho camino, que “invitante” nos impulsaba con la bajada a ir más
y más rápido… el muy canijo nos veía con esa mirada traviesa del que va
pensando: “Ya les cobraré cuando vengan de regreso, ja ja ja”. Sabiendo esto continuamos y es que se muy bien que vale la pena esta ruta, el esfuerzo que
uno paga de salida lo desquita con la diversión inicial y con una de las más
bellas vistas que se pueden obtener del occidente de esta tierra, y sobre todo tan
cercano a la ciudad. Claro, no es para
cualquiera.
Terminamos
el “descenso” en las inmediaciones del “poleo” y nos salimos del camino ancho
para tomar el camino hacia la cima del cerro de San Miguel, en donde se
encuentra la llamada por nosotros, la Torre 3.
Una serie de trepadas que en una distancia de aproximadamente 7 kms nos
hace subir casi 400 mts. Y es que un par de ellas, aun siendo cortas, son
extenuantes, pero aaaaah! Qué sabroso es cuando uno las supera y llega al
descanso y mirador de la torre.
Luego de
disfrutar de la vista y recobrar el aliento, nos decidimos a regresar, aquí los
tres mosqueteros de esta rodada de lunes, tomamos cada cual su ritmo. Agrupamos
por ultimo en la “puerta verde”, justo cuando se retoma el “camino ancho” hacia
Postes. Un regreso de 12.7 kms (no 15kms como pensábamos Rober, ni los 20kms
que parecen sentirse, je je). Todos sabemos que es tedioso, porque la mayor
parte de este regreso es una empinada subida que parece no terminar, y menos
luego de haber rodado ya un buen rato, y aparte, si como hoy, el sol caía a
plomo. Fer se desvío antes de llegar a Postes para enrutar a su casa por otra
salida, yo seguir directo y llegue a Postes, mire mi reloj y me sorprendí al
ver que eran como 2 horas 50 minutos, se sintieron y las disfrute como mas… Un
gran gusto, 3 amigos nos retamos llegar a T3 y en menos de 3 horas regresamos a
la ciudad para reparar el cansancio y compartir un logro más…
Al final, lo
soportamos como los ciclistas de montaña que somos, porque el logro se mide en disfrutar tanto las
bajadas como las subidas, tanto el single track como el camino terregoso y
aparentemente monótono, porque fácil o difícil, lo que nos llama a rodar en el polvo, bajo la
lluvia, en solitario o rodeado de amigos es saber que estamos haciendo lo que
nos gusta, lo que nos apasiona y que lo podemos compartir no solo cuando vamos
sobre el sillín sino, cuando me siento a escribirlo o cuando lo platicamos en
la oficina, en la cafetería o lo presumimos a través de las fotografías con
nuestras familias, con nuestros hijos y con los hijos del vecino…
O no?
Ro